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Kis türelmet...
Bejelentkezés
Foto: Öko Globe/cortesía del estudio KÖR KFT
En medio de la crisis económica, el aumento imparable de la población mundial y la multiplicación de macrociudades, Budapest inventa edificios ecológicos y limpia sus aguas. Imaginación y trabajo: pistas húngaras para construir un futuro sostenible.
Las ciudades son el epicentro de la vida moderna. De su evolución depende el futuro del planeta. El éxodo rural de la población ha motivado un auge de las grandes urbes hasta límites insospechados. En el año 1900, apenas el 13% del total mundial de la población habitaba en ciudades. Las estimaciones de Naciones Unidas para el 2050 elevan estos datos hasta el 70%. Hablamos de ciudades y una de las ramas fundamentales en las que se ha de sustentar este cambio es su concepción, construcción y regeneración. Por eso el urbanismo y la arquitectura son dos pilares del cambio del modelo productivo del planeta. Pero no como los conocíamos hasta ahora, sino con nuevos conceptos: la eco-arquitectura y el urbanismo sostenible.
Esta isla colocada en pleno Danubio tiene un teatro, un hotel, oficinas…
Un ejemplo de cómo extender la sostenibilidad al ocio y el trabajo diario
Claro que su implantación debe generalizarse. Aquí hay dos problemas: el elevado coste de esta nueva arquitectura verde (especialmente en medio de la crisis financiera internacional) y la necesidad de ampliar esta disciplina ecológica a la regeneración de los edificios viejos. Budapest, con sus dos millones de habitantes, es un buen ejemplo donde se conjugan estas materias, una respuesta que se puede extrapolar al resto de ciudades.
En algunos de los antiguos bloques de Óbuda se están llevando a cabo actividades del programa Concerto de la UE. En la práctica supone acabar con el problema medioambiental, pero también económico. Estos edificios cuentan con una clara falta de aislamiento que motiva la pérdida de energía. En invierno se escapa el calor de los apartamentos y en época estival es el aire frío el que se filtra al exterior. Este proyecto ha supuesto la generación integral de 5 inmuebles con 900 viviendas.
Una calle de Budapest
El porcentaje de edificios poco saludables en Hungría es del 90%. ¿Razón de más para renovar sus viejas calles y viviendas?
Mediante la mejora de los tejados, el aislamiento de las fachadas, el reemplazo de puertas y ventanas y un renovado sistema de calefacción, se ha llegado a un ahorro que ronda el 70% del consumo energético y reduce la factura de la electricidad. Es de gran relevancia ya que estos vetustos edificios suelen ser propiedad de inquilinos de rentas bajas.
La gran arteria que vertebra la ciudad es un río, el Danubio. Budapest ha tratado de revertir la polución que vierte a su cauce. Para ello se ha creado la iniciativa Living Danube, un proyecto de recuperación y gestión ambiental sostenible cuyo objetivo es depurar las aguas que llegan al río. Gracias a ello se ha conseguido regenerar entre el 92 y el 96% de las aguas residuales.
Pero la principal característica de esta factoría es que ha sido construida siguiendo los parámetros de la arquitectura sostenible. El rasgo más determinante es su techumbre, de 10.000 metros cuadrados, que ha sido forrada por un tupido manto verde de vegetación.
En Hungría, el porcentaje de edificios poco saludables es superior al 90%. Así lo apunta el arquitecto especializado en casas sostenibles, Ertsey Attila: “Queda un largo camino por recorrer, no sólo en la construcción de nuevas eco-viviendas, sino en la renovación integral de gran parte del tejido inmobiliario del país. En muchos casos sería mejor derribar los edificios y construirlos de cero que acometer su renovación, aunque esto es imposible por causas económicas y sociales”.
Uno de los motivos fundamentales para explicar la lenta implantación de esta clase de eco-arquitectura es puramente económica. Podríamos denominarlo “coste adicional”. Según diversos estudios, el coste de una construcción que cumpla con los parámetros de sostenibilidad y eficiencia energética supone entre un 10 y un 15% más del habitual.
El arquitecto húngaro especializado en edificios sostenibles, Ertsey Attila | “Los pequeños núcleos de población podrían llegar a ser autsuficientes en un plazo de 15 o 20 años”Attila, del estudio KÖR KFT, rebaja estas cifras y asegura que el incremento final para una vivienda unifamiliar ronda el 8%.
Pero este sobreprecio no es nada comparado con las ventajas en salud y bienestar que estas construcciones bioclimáticas aportan al ser humano. Además el propio Attila rechaza el argumento del precio: el sobrecoste del 8% quedaría amortizado, según sus cálculos, en unos 10 años.
El desafío urbanoNo se puede sacar partido de la eco-arquitectura sin que ésta quede enmarcada en una concepción mayor: el urbanismo. Es más fácil conseguir la sostenibilidad de los edificios en los de pocas plantas que en los grandes rascacielos. “Los pequeños núcleos de población podrían llegar a ser autosuficientes en un breve plazo de 15 o 20 años”, continúa el especialista. Aquí volvemos a la economía. Si la arquitectura ecológica alcanza la autosuficiencia energética, el siguiente nivel sería pasar a la exportación energética.
Hablamos de ciudades y de su concepción global. Hace 200 años, un hipotético astronauta sólo podría haber divisado desde el espacio dos núcleos de población en toda la Tierra: Londres y Pekín. Ambas superaban entonces el millón de habitantes. En la actualidad, un astronauta podría observar casi 500 ciudades que aglutinan a más de 1 millón de personas. Si la tecnología y el desarrollo han sido capaces de llevar al ser humano a cientos de kilómetros del Planeta Tierra, ¿por qué no va a poder generar núcleos de población ecológicos, respetuosos con el medio ambiente y que se integren en la naturaleza?
El autor dirige el periódico digital
Fotos: Portada (proyecto para oficinas semisostenibles, ganador del Premio Holcim Europe) e isla del Danubio/cortesía de KÖR KFT; Cabina/(cc) Exile of James Street/Flickr; Ertsey Attila/Daniel Tordable.
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E-mail: ugyfelszolgalat@network.hu
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