Spanyol: Kolumbiai íróé az egyik legrangosabb spanyol irodalmi díj - Entrevista

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Juan Gabriel Vásquez kolumbiai szerző kapta meg hétfőn El ruido de las cosas al caer (Zuhanó dolgok hangja) című regényéért az Alfaguara-díjat, az egyik legrangosabb spanyol irodalmi elismerést.


 

 

 

(MTI) - A könyv a kötetet gondozó kiadó szerint "sötét mérlege a terror és az erőszak korának a kolumbiai fővárosban". 


     Az Alfaguera-díj mellé 175 ezer dollár jár, a spanyol nyelvterületen a legnagyobb elismerések között emlegetik a kitüntetést. Idén 608 művet vettek számításba a díj odaítélésekor. 

 

Juan Gabriel Vásquez 1973-ban született Bogotában, jelenleg a spanyolországi Barcelonában él, a legkedveltebb kolumbiai szerzők közé tartozik.

 

kultúra.hu

 

Entrevista

 

 

e un tiempo a esta parte las librerías españolas se han visto inundadas por lo que cierta prensa ha tenido a bien llamar 'nueva narrativa colombiana'. Lastimosamente, de esas tres palabras una quedaba colgando, porque la novedad, lejos de significar una renovación en las letras colombianas (o hispanoamericanas), terminaba ciñéndose estrictamente a los nombres y los rostros de los autores, hasta ese momento desconocidos para el público hispano. Lo nuevo eran ellos, no los libros.

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Sin embargo, de entre la avalancha procedente del país de García Márquez, cabe destacar la voz de un escritor que, finalmente, parece no tener deudas con el arquitecto de Macondo.


Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) dejó Colombia hace ocho años, siguiendo la estela de V.S. Naipaul, para quien escribir novelas pasa por "el ensanchamiento de la experiencia, por abarcar tanta porción de mundo como sea posible". Así, Vásquez vivió tres años en París, donde realizó estudios de Literatura Hispanoamericana en la Sorbona, para luego recalar en Barcelona, donde lleva instalado cinco años, trabajando como traductor y periodista, y donde ha escrito su última novela

 

'Los informantes' (Alfaguara, 2004). "Podríamos hablar hasta mañana de las bondades que tiene para un escritor ese riesgo de dejar su país, su ambiente protegido. Pongamos el caso de Conrad, el escritor que cambió de vida tres veces, que hizo una carrera como escritor en su tercera lengua" dice Vásquez, afirmando en una frase y dos autores, por donde van los tiros cuando de sus influencias se trata. Autores anglosajones.

La gran influencia, por cierto, es Philip Roth. El Philip Roth político, quisquilloso y genial de 'Pastoral americana' o 'La mancha humana'. "Mientras escribía 'Los informantes' pensaba en lo que ha hecho Philip Roth con la historia reciente de Estados Unidos. En cómo narra hechos concretos de la historia norteamericana a través de vidas privadas" confiesa el colombiano.

 

Porque 'Los informantes', el primer libro publicado por Vásquez en España, es a todas luces una novela política. Una novela que gira en torno a un hecho casi desconocido de la historia reciente de su país:

 

el alineamiento de Colombia con el Estados Unidos de Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial, la consiguiente persecución de simpatizantes nazis y, por extensión, de todo lo alemán, por parte del gobierno del entonces presidente Eduardo Santos.

 

"Se sabe nada, casi nada de este episodio -relata Vásquez-. En parte por eso escribí el libro. De hecho, toda la novela nace de una conversación que tuve en el año 99 con una mujer judía, quien me contó que su padre, judío, huyó de Alemania perseguido por los nazis, y al llegar a Colombia, se vio perseguido por el hecho de ser alemán. Esa paradoja fue el detonante, la chispa, para empezar a buscar y construir una ficción alrededor de eso".

 

 

¿Es un hecho igual de desconocido dentro de Colombia? ¿No se tiene una conciencia nacional al respecto, no se enseña en los libros de Historia?


No, en absoluto. De hecho, el único documento periodístico serio y completo que pude encontrar en sesenta años de textos colombianos, fue un libro, 'Colombia Nazi', publicado en los años ochenta por dos magníficos periodistas, Alberto Donadío y Silvia Galvis. Nunca hubo una novela que examinara las consecuencias de esta situación. Lo que quería yo, con la perspectiva que me otorgaban estos cincuenta, sesenta años, era un poco recuperar esa memoria. Y sobretodo poner el punto en las consecuencias, que son muchas y sirven para entender muchos episodios violentos de la historia colombiana. Yo creo que uno de los temas de la novela es la manera en que mi generación ha heredado los errores de esos ancestros.

 

Frente este vacío de fuentes documentales, ¿cómo fue el proceso de investigación?


Pues fue ir en busca de fuentes de primera mano. Te hablaba de 'Colombia Nazi', pero esa no fue mi fuente principal. Lo fue esta mujer alemana, que al llegar a Colombia tenía 12 años y vivió todos estos hechos a los 16, pero se acordaba con muchísima precisión de lo ocurrido. Eso, más el testimonio de muchas otras personas a las que ella me remitió, y otras que busqué por mi cuenta. Algunas de las cuales, llegaron a Colombia a principios del siglo XX, sufrieron estas experiencias y luego regresaron a Alemania.

 

Hablé con muchas de estas personas, mantuve correspondencia con otras. Y traté de armar el esqueleto de la novela a partir de conversaciones con gente, que es una de las herramientas que a mí más me sirve, ese contacto directo. Procuro que los primeros meses de contacto con un material que me parece novelesco estén bastante anclados en la realidad, cimentados en los testimonios de gente que haya vivido el hecho.

 

Respecto a ese "anclaje a la realidad" del que hablabas, el libro se nos muestra como el libro que está escribiendo este periodista Gabriel Santoro sobre su padre, ¿para qué te sirve esa treta, como novelista, más allá de jugar con la verosimilitud que pueda tener el texto?


Desde 'El Quijote' sabemos que ese juego de cajas chinas tiene como resultado, para el lector, que la historia marco, la que sustenta a la verdadera historia, gana muchísimo en verosimilitud. Pero lo que más me interesaba explorar con este sistema, era la forma en que la palabra afecta a la realidad, en este caso a los personajes. La manera en que una historia contada puede afectar nuestras vidas, cómo un libro publicado puede afectar nuestras vidas, cómo está lejos de ser esa cosa pacífica y muerta que hay en un estante, para convertirse en una fuerza viva dentro de nuestra vida.

 

Resulta curioso cómo funciona este pequeño truco de cajas chinas en tu novela, cómo en este mundo escéptico en el que nos encontramos, donde parece que todo es mentira, donde no le creemos ni a la prensa ni a nadie, y en el que tantas veces se ha decretado la muerte de la novela, pero en 'Los informantes' el viejo truco funciona, como lector te lo crees.


Como tú yo también creo que el lector contemporáneo es un escéptico, no se cree lo que le cuentan en una novela. Pero sin embargo, creo que el escritor tiene muchas estrategias para luchar contra ese escepticismo, una de las cuales, al nivel técnico más elemental, es "las cajas chinas". Otra que yo utilizo, por decirlo de algún modo, es el adelgazamiento de la distancia que existe entre el autor y el narrador.

 

Aquí, deliberadamente yo construí un narrador lo más parecido a mi posible, como medio de decirle al lector: "estoy comprometido moral y emocionalmente con la historia, yo me pongo en la línea de fuego, yo estoy desechando -hasta cierto punto-las máscaras de la ficción". Entonces, el crear un personaje que algunos lectores pudiesen identificar conmigo, era una manera de hacerle ver al lector que en este libro hay un grado de verosimilitud que no puede pasar por alto, hay un alto grado de realidad en los hechos que se cuentan.

 


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¿Por qué un periodista como personaje central? ¿Qué te interesaba explorar del periodismo?

 


Me interesaba la relación de la palabra escrita con la realidad. Me interesaba, como te decía antes, cómo un relato publicado puede afectar la vida de la gente. En segundo lugar, me interesaba la manera en que la realidad misma al ser contada sufre una modificación. También quería explorar ciertas nociones de culpa que desarrollé yo mismo durante la escritura de la novela, porque la novela se aprovechó deliberadamente de los testimonios de una serie de personas que no sabían que lo que dijesen iba a ser utilizado dentro de una novela. Evidentemente, mis instintos como persona me decían que debía respetar esa intimidad y no contar lo que esas personas me confesaban. Pero mis instintos como novelista son más fuertes y acabaron primando, por lo que terminé contando cosas que nadie me ha autorizado a contar. Entonces, yo intenté traspasar esa misma culpa a Gabriel Santoro, el narrador, que hacia el final de la novela se ve acosado por ella. Esa es una culpa de periodista, la ética del periodista tiene ciertos límites que es conveniente respetar por cuestiones de decencia. Pero a veces, los mejores textos periodísticos son precisamente aquellos en los que no fueron respetados. Como el famoso texto de Truman Capote sobre Marlon Brando, por poner un ejemplo.

 

¿Afirmarías que 'Los informantes' es una novela comprometida? Porque política es.


En absoluto, pero sí es importante lo que dices. Por supuesto que es una novela política. Creo que en 'Los informantes' se prueba lo que decía uno de mis grandes maestros, Philip Roth: "Todos somos seres históricos, aunque no seamos conscientes de ello". Eso implica que todos somos seres políticos porque la historia es una creación política. 'Los informantes' es una novela convencidamente política, pero si la novela funciona -y eso ya lo dirán los lectores-, los grandes conflictos políticos que trata terminarán reducidos a conflictos entre individuos. En una novela lo importante siempre son los individuos.

Tenemos que volver a Roth porque da la casualidad de que su último libro 'The plot against America' también habla de nazis...

Una casualidad impresionante, cuando lo supe no podía creerlo. La diferencia está en que, aunque ambos libros hablan de la presencia de nazis en nuestros países, la presencia en Colombia era real. La de Roth es una especulación sobre una realidad alterna, sobre lo que podría haber ocurrido.

 

En los últimos años ha existido una especie de pequeño 'boom' de nuevos novelistas colombianos, hablo de escritores como Santiago Gamboa, Mario Mendoza, Efraín Medina Reyes... ¿tienes alguna opinión de esta avalancha de autores colombianos?


Mira, tengo opiniones muy malas respecto a algunos de ellos. No voy a decir de quiénes porque no voy a entrar en el juego de insultar a colegas en entrevistas, juego en el que alguno de ellos ya ha caído. Pero creo que otros están produciendo literatura muy buena, y aunque todavía es preciso ser prudente y no aventurar juicios sobre lo que puedan, o podamos, significar como generación, creo que hay gente que está haciendo un trabajo serio.

 

De esos si podrás hablar...


Héctor Abad Faciolince me interesa bastante. Enrique Serrano me interesa. Me gusta Julio Paredes, quien aún no es conocido en España pero es uno de los buenos cuentistas que han dado las nuevas generaciones. Hablando de cuentistas, me interesan mucho los cuentos de autores como Antonio Ungar y Juan Carlos Botero. Creo que en estos autores hay una voluntad de dedicación seria y constante a la literatura, y eso es ya mucho pedir en un país donde el amateurismo es casi una filosofía de vida. En el cual, además, la novela es un género reciente. Durante la primera mitad del siglo pasado hubo realmente dos novelas de valor, y en el XIX lo mismo. Es a partir de García Márquez que la novela adquiere cierta importancia en este país de poetas.

 

En países con escritores tan omnipresentes como Colombia con García Márquez, como Perú con Vargas Llosa, existe una suerte de ansia de matar al padre, de saldar deudas pendientes ¿Los escritores colombianos de tu generación han saldado esas deudas con García Márquez?


Pues mira, lo que sucede es que yo personalmente no siento ninguna deuda con García Márquez. Su realidad es tan radicalmente distinta a la mía que yo he tenido que ir a buscar mis influencias a otra parte. Igual que le ocurrió a él, ahora que lo pienso. Para darle forma a esa realidad caribeña, maravillosa -el adjetivo maldito-, en la que vivió, él tuvo que ir a buscar a Faulkner. Primero fue a buscar a Kafka, un autor en el que lo fantástico entraba con mucha naturalidad. Luego fue a buscar a Hemingway y escribió esa especie de 'El viejo y el mar' caribeño que es 'El coronel no tiene quien le escriba'. Y finalmente fue a buscar a Faulkner, porque la realidad de el condado de Yoknapatawpha le pareció muy acorde con la suya propia. A mí me paso lo mismo, para mi realidad bogotana, urbana y contemporánea, además de mi interés de la recuperación de ciertas zonas de la experiencia colombiana reciente, las herramientas no vinieron de García Márquez, las encontré en otros novelistas, en Roth, Bellow, Pynchon, etc.

Diego Salazar


Címkék: kolumbiai író spanyol irodalmi díj

 

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